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miércoles, 27 de octubre de 2010

La Bicha Chick Y Sus Zapatos Rosados

Ella los quería. Ella los deseaba. Ella mataba por esos zapatos. Esa vez que fue al centro comercial se enamoró de ese par de zapatos. Estaba consciente que su madre no podía pagarlos, sin embargo, los zapatos tenían que ser de ella. Eran unos tacones, rosados, muy chick. Según ella, perfectos para su piel, y aunque no lo fuesen, ella tenía que ponérselos y mostrarlos en la colonia.

Su madre trabajaba en casa de una familia rica, ganaba un poco más del mínimo. Esa niña, adolescente ahora, había crecido viendo la pompa y el lujo de esa familia, y se juró ella misma que tenía que ser y vivir igual a ellos (cosa que por supuesto nunca logró, mas aparentó que vivía). No fue casualidad que después de haber visto aquellos zapatos en la tienda más elegante jamás vista por sus ojos y de ribete después de habérselos visto la hija mayor de la familia decidió que necesitaba esos tacones.

“¡Es que mamá ya no tengo zapatos!” -le decía la muchacha a su madre de una manera desesperada-. “¿Y los que te mandó tu tía? ¿Los negros?” -respondió ella haciéndose la loca-. “Es que esos no me gustan” “¿Y los tenis blancos que te compré al principio del año?” “Ay… es que no sé. Se miran mal con pantalones punta-de-yuca” “A la puchica amigos con vos, Elena” “¡Mamá en serio! ¡Ya no me quedan los zapatos!”.

Aquella soñadora tenía una labia tal que convenció a la alcahuete madre. “Pero no me alcanza para comprártelos” -comentó su madre después de haber cedido-. “¿Y no los podés conseguir?” -dijo Elena en un tono exigente-. “¡¿Y cuánto valen pues?!” “Cincuenta dólares… en realidad no son tan caros” “Como vos no te ganás el pisto” “Pero mirá los necesito para el sábado porque vamos a ir con las bichas a la multi” “Ay hija, vos sos bien exigente” “Si la otra semana te pagan” “Vaya pues, le voy a ir a prestar a la niña Juanita para que los comprés mañana. No, voy a ir donde don Lito mejor; él presta al quince por ciento, aunque me hace firmar en blanco vos decís que los necesitás…”

… Y ahí va la bicha un sábado por la tarde fantaseando en una selva elitista. Y allí va el grupo de bichas aparentando tener lo que no tienen, con sus zapatos debidos y sus ropas prestadas, ahí no se acuerdan de sus tatas, tatas que están enhuevados hasta el culo…

Bien dicen fachas vemos, billeteras no sabemos…

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