un poco de poemas un poco de fotos un poco de luz un poco de oscuridad egocentrismos por supuesto
Poesía, Vida, Sexo, Amor, Sociedad...
jueves, 28 de octubre de 2010
Microrrelato: "Espeluznante"
- ¿Ya vas?
- Sí, en serio...
- Vale verga... igual voy a morir asesinado por cualquier cerote en la calle cualquier día...
miércoles, 27 de octubre de 2010
La Bicha Chick Y Sus Zapatos Rosados
Ella los quería. Ella los deseaba. Ella mataba por esos zapatos. Esa vez que fue al centro comercial se enamoró de ese par de zapatos. Estaba consciente que su madre no podía pagarlos, sin embargo, los zapatos tenían que ser de ella. Eran unos tacones, rosados, muy chick. Según ella, perfectos para su piel, y aunque no lo fuesen, ella tenía que ponérselos y mostrarlos en la colonia.
Su madre trabajaba en casa de una familia rica, ganaba un poco más del mínimo. Esa niña, adolescente ahora, había crecido viendo la pompa y el lujo de esa familia, y se juró ella misma que tenía que ser y vivir igual a ellos (cosa que por supuesto nunca logró, mas aparentó que vivía). No fue casualidad que después de haber visto aquellos zapatos en la tienda más elegante jamás vista por sus ojos y de ribete después de habérselos visto la hija mayor de la familia decidió que necesitaba esos tacones.
“¡Es que mamá ya no tengo zapatos!” -le decía la muchacha a su madre de una manera desesperada-. “¿Y los que te mandó tu tía? ¿Los negros?” -respondió ella haciéndose la loca-. “Es que esos no me gustan” “¿Y los tenis blancos que te compré al principio del año?” “Ay… es que no sé. Se miran mal con pantalones punta-de-yuca” “A la puchica amigos con vos, Elena” “¡Mamá en serio! ¡Ya no me quedan los zapatos!”.
Aquella soñadora tenía una labia tal que convenció a la alcahuete madre. “Pero no me alcanza para comprártelos” -comentó su madre después de haber cedido-. “¿Y no los podés conseguir?” -dijo Elena en un tono exigente-. “¡¿Y cuánto valen pues?!” “Cincuenta dólares… en realidad no son tan caros” “Como vos no te ganás el pisto” “Pero mirá los necesito para el sábado porque vamos a ir con las bichas a la multi” “Ay hija, vos sos bien exigente” “Si la otra semana te pagan” “Vaya pues, le voy a ir a prestar a la niña Juanita para que los comprés mañana. No, voy a ir donde don Lito mejor; él presta al quince por ciento, aunque me hace firmar en blanco vos decís que los necesitás…”
… Y ahí va la bicha un sábado por la tarde fantaseando en una selva elitista. Y allí va el grupo de bichas aparentando tener lo que no tienen, con sus zapatos debidos y sus ropas prestadas, ahí no se acuerdan de sus tatas, tatas que están enhuevados hasta el culo…
Bien dicen fachas vemos, billeteras no sabemos…
viernes, 22 de octubre de 2010
Soneto al Hombrecito Sonriente
¿Dónde quedó aquel cachetón?
El cual solamente sonreía.
Con sus ojos muy poco veía.
Era el hombrecito huevón.
Fotos me dan melancolía.
Puro todavía el corazón.
Hombrecito sin caparazón.
Para abue era chocolía.
Aborrecí tu ser y haber...
Yo ya no te odio hombrecito.
¿Cómo en mí no haz de caber?
Los dos lloramos quedito.
¡Amigo! ¡Vos ya podés ser!
Hombre, ya no sos solito...
miércoles, 20 de octubre de 2010
Historia del Cortejo de la Hija de Pachamama y el Guerrero de la Tierra Olvidada
Y cariñosa Pachamama la abrazó y dejó sobre ella ternura propia de su ser. Sopló sobre ella esencia de lirio y rosas. Y la crió hasta que se convirtió en toda una mujer. Cada vez que ella salía de su choza todos se detenían para admirar su belleza. Sonaban sonajas y tambores en honor a su belleza.
Pero esa mujer era curiosa, quería volar, quería amar y ser amada, quería vivir, quería volar, quería tratar. Pero esa mujer era muy curiosa, tanto así que se aventuró, se aventuró por el gran mar, por la sangre azul y salada de su ancestra, Pachamama, y navegó, navegó.
Sobre nubes y océano navegó. Llegó a una tierra oscura y seca, hermosa y cálida, tierra oscura. Allí en la cumbre se encontraba su amado, guerrero de la tierra olvidada. Ella inocencia tal de su recelo le habló y él simplemente quedó cautivado. Se enamoraron y sobre la punta de la montaña en una lluvia de estrellas hicieron el amor.
Truenos y centellas, ella se marchó. Tenía miedo, ella se marchó. Pero guerrero no se dio por vencido. Él también navegó por nubes y mar hasta encontrar a aquella su princesa que su corazón había arrebatado. Porque él la amaba, porque él la amaba. Llegó a tierra tropical y en un arrollo aroma a su amada sintió, así se guió por dos milenios sólo con el recuerdo y el amor de su princesa.
Y al fin le encontró hermosa y morena dormida en una algodonera y sobre sus pies florecían hermosos izotes. Él la vio, y sus ojos se abrazaron y se besaron hasta el amanacer. Y así se amaron, vivieron, amaron hasta el final de su infinita existencia.
martes, 19 de octubre de 2010
Tan Tan Din Don Dan
Las mujeres con sus canastos en la cabeza van.
Y se mueven al compás del caminar...
Sus productos poco a poco ellas empiezan a pregonar.
Tan Tan Din Don Dan
Las mujers la danza del canasto bailan.
Si les compras más, barato te dan.
Mueven sus caderas para la derecha y para la izquierda.
Y cantan con peculiar melodía sus pregones tal saltando cuerda.
Tan Tan Din Don Dan
Por mercado, calle y colonia andan.
Y sus pies agrietados no dejan de trotar ni por un armado can.
Y sus brazos cansados no dejan de detener el canasto.
Aunque cualquiera ya hubiera mandado todo al trasto.
Tan Tan Din Don Dan
Las mujeres con los canastos sobre la cabeza van...
Con eso llevan a sus cipotes preciado pan.
domingo, 17 de octubre de 2010
La Chera de los Enormes Senos
La coaster iba súper llena, yo iba en mis ondas, tratando de obviar todos los olores y hasta sabores que se sienten en los buses salvadoreños. De repente la multitud que iba parada en la puerta se hizo para un lado, al parecer varios pasajeros entraron al microbús, al menos eso pensé; pero no eran varios pasajeros, era sólo una, una muy gorda, una con unos senos extremadamente enormes, gigantes. Su gordura era contrastada por el tamaño de sus senos, ya que no era su figura lo que llamaba la atención, si no sus glándulas mamarias.
Pero yo no fui el único que lo notó, las notaron mejor dicho. El microbusero cuando la vio subir pensó que la cara de la muchacha se encontraba en sus pechos, así al momento de cobrarle no la vio a los ojos, sino que donde ustedes ya se podrán imaginar y por supuesto no dejó de darle el respectivo chequeo con la mirada para ver qué tan buenota estaba, curiosamente sólo evaluó del cuello para abajo.
Yo vi aquel busto unas dos veces, pero traté de hacerlo disimuladamente para que ella no se sintiera acosada, pero era muy tarde para evitarlo. Caso contrario, un viejito que venía sentado a la par mía al ver a la gordita le dio el asiento, y al dárselo no pudo evitar observar los adornos frontales de la muchacha, sin embargo al señor no le bastó mirar una vez y lo siguió haciendo sin pispilear y no en una manera sútil durante todo el viaje, el cual se terminó para él unas seis cuadras después.
Cuando la muchacha se sentó a la par mía, unas cheras que venían paradas cerca del conductor vieron como los senos de la misma se abultaron cuando ésta se sentó, por ende, se vieron todavía más grandes y más si le sumamos el escote que la susodicha llevaba. Las cheras al ver semejante busto se vieron una a la otra y se pusieron a reír las dos al mismo tiempo. “Vale verga” le dijo una a la otra. “¿Maje y que la Manyula no se había muerto ya?” le dijo la otra; y así se fueron riendo hasta que se bajaron, casualmente en la misma parada del viejo mirón antes mencionado.
Por supuesto que la muchacha se dio cuenta. ¿Quién no se habría dado cuenta? De todas las personas que iban en ese bus, el hecho de que a ella fuera la que llegarán todas las miradas y las risas era en definitiva una pista que nos hace concluir que ella sí se dio cuenta de esos y muchos otros comentarios.
El micro siguió su curso con su nueva pasajera, los pasajeros mirones y las pasajeras criticonas y crueles. Ella y yo íbamos incómodos en el asiento, aún cuando el bus hubiera ido vacío el asiento no hubiera sido suficiente para la gordita y para mí. Esa incomodidad se le notaba en su cara. Cada vez que sentía una mirada clavada en sus pechos hacía una mirada como de cansancio y constantemente se jalaba el escote hacia arriba, como si eso iba a evitar que la gente mirara sus grandes delanteras.
Observando esa cara de cansancio e incomodidad noté que la chera de los grandes bustos era muy hermosa, bastante hermosa en realidad. Su piel era blanca, al verla me pareció que la sangre europea y la latina se habían unido gracias a la divinidad y nos habían dado aquella maravillosa mujer cuya piel brillaba con la luz que entraba por las ventanas del bus. Sus labios eran muy carnosos, rosados, de aquellos labios que se podrían besar toda la noche y nunca cansarse de ellos. Su pelo era negro, liso y largo; parecía tan suave, tan sedoso. Y su nariz era casi perfecta, de aquellas narices que sólo ves en Vogue.
Mas, todo esto no se compara con los ojos que vi en su cara. Si aquellos ojos hubieran sido estrellas, uno definitivamente era la estrella de Belén y el otro era aquella estrella a la que le pedí todos mis deseos cuando niño. ¡Qué ojos! ¡Eran tan grandes, tan cautivadores! Aquellos luceros parecían llamarme, parecían de muñeca de porcelana. Sólo por esos ojos me decidí escribir esta historia. Eran unos ojazos, decorados con perfectas cejas que se erguían orgullosas gracias a sus protegidos que lucían con coquetería sus vestidos verdes. Me enamoré de aquellos ojos verdes… Los miré varias veces, siempre tratando de disimular; tanto me cautivaron aquellas hermosuras que hasta la quinta vez que los vi noté que ella se los había maquillado con un tono de morado que llevaban sus joyas de bellas a exquisitas.
La muchacha notó que yo la estaba mirando, ella supuso que le miraba los senos ¡qué raro! ¡no sé porqué habría de pensar eso! Inmediatamente me hizo esa mirada que hacen las fieras cuando querés quitarles su comida. Me asusté pues yo no trataba de hacerla sentir mal. “Que bonitos ojos tiene” le dije. “Gracias” me respondió al mismo tiempo que me miró con esos sus ojos y me sonrió nerviosamente. Luego me volvió a ver otra vez, esta vez con un semblante más relajado y con una sonrisa sincera me dijo “Ojalá la gente notara mis ojos de la cara”.
jueves, 14 de octubre de 2010
Mi Rito de Iniciación
Ustedes no saben nada. Ni el que escribe la historia en mi nombre tiene la más mínima idea. Ni yo lo sé todo. Aunque llegué a saber bastante, y me mezclé entre la mierda (connotación chilena) y entre la otra mierda (connotación salvadoreña), mas salí. La miseria, discriminación y paranoia producto de la salida es lo que ahora vivo. Vendo lapiceros en los buses y generalmente llego a dormir a mi casa, mía por la costumbre de hacerla de mi propiedad, pero en realidad es de la persona que me la presta, pues no puedo decir que me la arrienda porque después de seis meses de no pagar me queda grande ese verbo.
Pues, vale verga, nací, crecí, viví, maté, morí y ahora sobrevivo. Sé que en cualquier momento me puedo encontrar a cualquier ex compañero o compañera de andanzas y malandanzas. Ese es el riesgo de la salida, no, ese es el riesgo de la huida. La verdad este maje me convenció de contar mi entrada. No sé, a mí no me pareció que era tan importante, sólo fue mi primera vida…
Y así empezó todo. Yo crecí en donde asustan. Para llegar allí es una vía de un solo sentido. Te metés por Desigualdad y llegás a Guerra, va, después te metés a la calle principal Pobreza y cruzás por Emigración y te metés en el pasaje Abandono hasta llegar a donde crecí, allá en Exclusión Social.
Allí por supuesto tenía a mi mara, unos bichos igual que yo ni más pobres ni más bendecidos pero sí un poco más tontos. Pasamos de la pelota a otras cosas. Pasadas de drogas y changes tengo muchas para contar, pero no vienen al caso.
Yo no sé cómo ellos empezaron, no tengo idea de cómo nació, de repente ya no era casaca sino un nuevo paradigma, atractivo para unas, detestable para la mayoría, latente para mí, aunque trataba de serle indiferente. Al parecer la mar había crecido, ya no era un juego. Ellos fueron jugando a la ruleta rusa y uno a uno fue cayendo, uno a uno fue muriendo para vivir el otro lado de la maravilla (al revés si lo preferís).
Me alejé un poco de la gatada, sabía que mataría a mi Codito si se diera cuenta que me iba a unir, por eso me distancié de ellos lo más que pude. Pero la fraternidad y el destino, según dicen, son más fuertes que la razón. Aunque las lágrimas de Codito, mi único maternal abrazo, me hicieron bacilar, terminé haciéndolo.
Recibí un ultimátum, me metía ahora o nunca jamás allá con San Pedro; ya habían decidido cómo entraría a la mar abierta. Yo esperaba que algún bolso de alguna vieja escalonera sería mi empresa robar. Mas no, la serpiente sólo muerde al descalzo. Y en este caso, el descalzo era uno que de volada me caía mal, pero no tanto como para cegarlo de la vida.
Llegué asustado a una especie de cobertizo, así como casa abandonada, era bien noche. Allí estaba mi familia, desgraciadamente la familia que escogí, me dijeron lo que tenía que hacer. No quería hacerlo, me rehusaba a jalar del gatillo. El descalzo me miraba, estaba amarrado, me hablaba con los ojos, él también tenía miedo. No, no lo iba a hacer. No iba a formar parte de ellos.
El machismo apareció. “Entonces no sos tan hombre como pensamos, ya sabés, si no es El descalzo, sos vos y la Codito”. No lo podía permitir. Perdón, perdón, perdón. Me dieron la pistola, lo admito, me tembló la mano… Perdón, es que no quería. Apunte a El descalso, poco a poco jalé del gatillo…
El hincado y descalzo cayó muerto en el suelo y mi primera lágrima se mezcló con su sangre que fluía como un río furioso que venía hacía a mí, río que me casó como el sacerdote a la pareja. “En las buenas y en las malas” me dijo. Y yo, corriendo del crimen con mi nueva esposa me convertí en ganguero.
martes, 12 de octubre de 2010
...¿Alguna vez haz visto el cielo en la noche? ¿Haz visto alguna estrella?
Ella brilla en una inmensa tiniebla, su luz parece ínfima en comparación al tamaño de la negrura que la rodea, pero no lo es. La estrella entre más oscuro está, más nos irradia su brillo, su luz, su esperanza. Aunque se vea opacada por las nubes de media noche, nunca... nunca... nunca deja de iluminar...
La que se da cuenta de último...
- Mm... Yo no sé niña Rosario, "hasta no ver, no creer".
- Yo ya lo he visto con la Biblia debajo del sobaco.
- Pero sólo de adorno quizás... Si yo lo vi con mala compañías; se veía todo raro, como con los ojos rojos.
- La mamá jura que él es un buen bicho. Bueno, como la madre es la que se da cuenta de último; todos saben menos ella.
- Sí. Mire... ¿Y el Joaquín Sebastián?
- No sé... Anda por la iglesia, viera que religioso se me ha hecho mi hijo.
- Pero ya es noche. Faltan veinte para las diez.
- Sí, es que las misas terminan bien noche...
sábado, 9 de octubre de 2010
Mí Mismo
Él me explicó por qué todos asesinan a lo diferente. Si sos negro en un país de blancos te joden, si sos ciego en un país de videntes (aunque de una ceguera mental increíble) te maltratan, si sos pensante en una tierra de crédulos e irreflexivos te matan.
Yo me refugié en los libros ante la burla y en la ortografía al ver que yo era lo peor de este mundo (al menos así me consideré)... Y yo todo esto discutía con Mí Mismo...
Y me abrazé, y me corté, y me sentí bailando tecktonik en la punta del Monte Everest, y la besé, y sonreí, todo con Mí Mismo: Mi gran chero...
Adriana
"Para la oscura noche, tu luz.
Para la triste soledad, tu sonrisa.
Para el frío, tu abrazo.
Para el dolor, tus besos...
Para contarte canto xD
Quiero que sepas cuanto me haces bien.
Dice que del amor no se vive... no sé...
Pero sí sé que sin tu amor no podría vivir.
Quisiera poder vivir en tu mundo verde,
ser tu príncipe de en sueños...
de los demonios defenderte.
Esto suena cursi, empalagoso...
¡Talvez!
pero ¿qué sería la vida sin lo dulce?
como una fiesta aburrida, sin gozo.
Dicen los cienciosos
que los hombres al enamorarse
se hacen melosos...
Entonces...
Al verte mi testosterona baja, sube mi encule...


