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jueves, 11 de noviembre de 2010

Reencuentro

Había sido un largo viaje, ella se sentía muy cansada; mas ningún cansancio iba a impedirle que disfrutará el regreso a su país. La primera vez que regresaba. Esa era su nación, su vida pasada. Le había ido muy bien en Suecia: allí estudió medicina especializándose en anatomía. Y sí que se especializó en anatomía; conoció a un sueco muy buen mozo, que aunque un poco celoso, la había hecho muy feliz en ese país tan desconocido para ella, pero a la vez muy anhelado.

Después de finalizar sus estudios en Europa se casó con el sueco, lo que hizo que no regresara a su país, además, la guerra de El Salvador estaba en su auge, por lo tanto era imposible regresar. Ella estaba muy bien en Suecia, pero después de quince años era necesario volver a su país y darse unas merecidas vacaciones, además necesitaba hacer unos trámites para lograr la ciudadanía sueca.

Llegó al aeropuerto y su prole la estaba esperando, típicos cuzcatlequísimos que habían alquilado un microbús para llevar hasta la vecina para darle la bienvenida a la hermana lejana. Los reencontrados hicieron los ritos de la llegada de la querida: los abrazos, los besos, las risas y una que otra lágrima… ¡Alegría y nostalgia!...

Llegaron a la casa. Todos rodeando las maletas de la pipil-sueca y ella uno a uno fue dando las cosas que traía desde aquel país tan utópico para ellos. Que la cremita para la Marta, los chocolates para el Josefo, el Wii para los bichos, la camisita para la Chela y cosas por el estilo… y así, entre pláticas larguísimas y pupuseadas todas las noches se pasó la velada y la semana…

Ya era viernes, ese día había sido invitada a la cafetería de la tía More, pero la mezcla de comidas típicas salvadoreñas que se había devorado en su estadía le hicieron una mala jugada y no pudo asistir. Y bueno, aunque ella estaba en la casa, la vida de los habitantes de la misma tenía que seguir, así que con todo dolor del alma los cipotes a la escuela y los adultos a devengar dejando a la huéspeda sola.

Se levantó tarde ese día, el sol de la ventana denotaba que la mañana estaba en su mayor esplendor. Anduvo haciendo nada por la casa, recordando, reviviendo y riendo… riendo mucho. De repente, suena el teléfono, no hay nadie en la casa así que ella se ve obligada a contestar.

- ¿Aló? – contestó ella tratando de evitar su acento sueco-.

- Buenas… eh… ¿Vicky sos vos?

- ¿Perdón? ¿quién habla? – dijo Vicky, la sueca, un poco confundida-.

- ¡Sí! ¡Vicky sos vos! ¡Soy Antonio!

- ¡Toño! ¡Dios mío! ¡Tiempos de no hablar con vos!

- ¿Y qué tal? ¿Cómo estás? ¿Cuándo llegaste?

- Bien, aquí con dolor de estómago, vine hace una semana… pero ‘perate… ¿cómo me encontraste?

- La Chela le contó a mi hermana que habías venido y ella me contó a mí, y no sabía si llamarte, por todo lo que pasó entre nosotros, pero me decidí. Si mirá te busqué en facebook y no te encontré y nadie me quería dar tu número.

- Sí, bueno, al fin soy doctora y me casé allá en Suecia.

- ¿En serio? Honestamente me alegro por vos. Yo también me casé, tengo dos hijos y, aunque no lo creás, senté cabeza.

- Al parecer lo imposible fue posible pues – los dos se carcajearon-.

- Sí… mirá… ¿vamos a tomarnos un café?

- No sé, es que estoy enferma y no hay nadie que me lleve, no quiero andar sola en este país así como está.

- Yo te paso trayendo ahorita si querés y te voy a dejar después.

- ¿No tenés que trabajar ahora?

- No, ahora es mi día libre. Dale, sólo una vez.

- Vaya pues, ¿te acordás de la casa, verdad?

- Sí…

- A pues pasame a traer a las 11. ¿Te parece?

- Sí, está bien. Allá te veo entonces…

Vicky colgó y no sabía qué hacer. Llamó a su hermano para avisarle que iba a salir con el Toño y después se alistó. A las diez y cincuenta se escuchó el timbre de la casa. Los dos reencontrados se miraron en el umbral, sus ojos se abrazaron y se dejaron de abrazar hasta que sus cuerpos ya lo estaban haciendo.

Caminaron hasta un café que estaba como a ocho cuadras. Los dos amigos no pararon de hablar, si alguien los hubiera visto no se hubiera imaginado que esos amigos se habían detestado, o al menos sus estupideces de enculados habían hecho que ellos creyeran que se detestaban.

Lo que menos hicieron fue tomar café, eran dos bichos hablando, hablando tanto que ni todo el tiempo del mundo les hubieran alcanzado para hablar todo lo que querían hablar. Revivieron en su plática aquél amor ya acabado, y nació en ellos un amor fraterno que puedo asegurar nunca acabará…

Se acabaron los cafés y el sol cada vez anunciaba que ya era tiempo de volver a la casa, así lo hicieron. Se vieron otras veces, siempre como amigos y nada más, porque sólo eso eran: amigos, los más maravillosos y respetuosos amigos.

… El avión ya estaba en las nubes, Vicky iba requemada por el sol de la playa del Puerto, empachada de pupusas y tamales, dulcemente empalagada del amor de su familia, pero más que todo feliz, feliz por Toño y su familia…

Ella sabía que iba a volver, sabía que vería a su familia otra vez. Pero, por el momento volvía a su ajetreada vida con su sueco. Sabía que iba a ver al Toño otra vez y esta vez, sí le había dado su número.


1 comentario:

  1. puuuu!:S me recuerda mi ida a canadá!
    xD me gusta(y) peroo NOO!:|:S next!xD
    xqe eso me pasara!:S:/

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