Vieja bruja. Fan del holodomor, tenés podrido el corazón.
Enemiga de la cruz, del médico, del pájaro cantor y del peón.
Dicen que te sentás en tu mecedora, con tu tasa de hipócrita alegría
“Pobre de mí” –te decís saludando a la maldad- “Nadie me amaba, nadie me quería”.
En tu casa blanca, impecable cuelgan cuadros de tus sangrientos asesinatos.
¡No! No con beber mi sangre serás más joven.
Dejá de maldecir, de orarle a los santos…
Nadie te escucha, todos sabemos que te escondés cuando te ven.
Te veo siempre, asco me das.
Cambio de camino para no verte…
Sin saber que tu vereda seca sigo, vos me guiás.
A veces me das lástima, pero vomitando es difícil lástima tenerte.
Sos como yo te quiera ver…
A veces, sin dejar de ser malvada, hermosa como el día al nacer.
Reina del hielo, madrastra arquetípica, tenés podrido el corazón.
Enemiga de la cruz, del médico, del pájaro cantor y del peón.
Te vas uno, dos días, una semana.
Salgo, disfruto de la vida, no tengo miedo, pues pienso que ya te haz ido.
Pero siempre volvés, me observás, como un buitre a su carnada.
Por momentos cierro los ojos y finjo que no existís, mas mi vida ya haz poseído.
Caminás con propiedad en los pasillos de mi fábrica de sueños,
Sellando con "no" de fuego mis risueñas aspiraciones,
Botando mis cajas de talentos y cualidades a puro leños.
Usás la burla a tu favor, tu mirada refleja mis miedos y negras pasiones.
Y lo peor aún, me utilizás para llegar a otras personas.
Miradas sarcásticas, comentarios sin sentido, por mí a otros envenenás.
Y así poco a poco, mi templo de seguridad vas minando hasta dejarlo hecho trizas.
